Tal y como uno se lo podía imaginar: Manolo García es hombre de gustos sencillos
Día 13/04/2012 - 03.10h
Tal
y como uno se lo podía imaginar: Manolo García es hombre de gustos
sencillos. Y eso a pesar de ser un artista de enorme éxito. Tanto con El Último de la Fila
como en solitario, ha probado el vértigo de actuar en recintos como Las
Ventas o el Palacio de Deportes, pero ha decidido presentar su disco,
«Los días intactos», en una gira de teatros: «Los tiempos han cambiado.
La oferta de ocio se ha diversificado, y eso, unido a la crisis, pues
claro que condiciona, y sería de tontos eludir esa situación. No me
duelen prendas asumirlo. Tocar en teatros es magnífico. El sonido es
mejor, hay calidez con el público, y el cansancio físico y psíquico es
mucho menor. Ahora mismo tengo esa necesidad de austeridad, como la
tiene todo el mundo».
Pero,
por mucha modestia que destile, sigue convocando multitudes. Estará en
Madrid, en el Palacio Municipal de Congresos del Campo de las Naciones,
los días 13, 14, 19, 20, 26 y 27 de abril, y luego irá a Barcelona, al
Teatro Coliseum, los días 4, 5, 10 y 11 de mayo.
En
la capital tendrá su alojamiento en el mismo lugar que desde hace 20
años, el Hotel NH Núñez de Balboa (Núñez de Balboa, 112). Al igual que
es fiel a su estilo de música, también lo es a los sitios donde se
encuentra a gusto. Como en la librería Pérgamo. Su dueña, Lourdes, se da
cuenta en el momento de hacer este reportaje de que ese cliente suyo de
toda la vida es, ni más ni menos, que el cantante Manolo García,
quien, enemigo de lo digital, aprovecha la visita para comprar
«Aforismos sobre el arte de vivir», de Schopenhauer, y «Fría venganza»,
de Craig Johnson. Otros ilustres asiduos de la tienda son Luis Alberto
de Cuenca, J. J. Armas Marcelo y Manuel Hidalgo.
El
ocio del autor de «Nunca el tiempo es perdido» se nutre también de su
otra gran pasión, junto con la música, la pintura. El pasado año publicó
«El fruto de la rama más alta», un libro «sencillo, con mis cuadros
compartiendo espacio con mi pequeña filosofía de bolsillo». Visitamos el
Museo Thyssen, donde firma algún autógrafo y va directo a contemplar
dos de sus obras favoritas: «Hugo Erfurth con perro», de Otto Dix, y
«Habitación de hotel», de Edward Hopper.
Pero
no solo de cultura vive el hombre. Así que nos dirigimos al restaurante
Zara, donde Inés nos recibe con un daiquiri de quitarse el sombrero.
Ella vino de Cuba en 1965, con su marido, asturiano, tras «el tsunami
que todavía sigue allí instalado». De su acogedor local también son
clientes Alaska, Penélope Cruz y Goya Toledo, quienes disfrutan de su
ensalada de aguacate con cebolla y tomate, su yuca frita, su ropa vieja o
sus deliciosas albóndigas con arroz.
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